Sunday, October 15, 2006

HOY DÍA

Hoy he sentido el calor del sol invadiendo mi tris tezabia, al sol triturando mi maleza, al sol rotando de mi cabeza a los pies, así el aire que ha rozado, que roza hoy mis piernas me indica que este tiempo será morboso: frío y morboso. Algo parecido escribió Santiváñez con el sopor del estío “El tiempo que viene va a ser maldito”. Me siento como un ser que no siente nada y, sin embargo, ahí tengo la sensación de vacío metido dentro. ¿Quince, veinte, treinta, cuarenta años de vacío? La literatura ya no calma, la lectura no sosiega, la escritura es vana y maldita, la vida es tan doméstica que ésta ni se llega a tragar. Así me sorprenden estos amaneceres, estos autos en ruta, estas caras que viajan como yo de un lugar a otro, cada uno con su propio vacío, cada uno con su propia muerte a cuestas, todo prolongación de todo. Todo suspensión de todo: Carl no baja a Centromin, Karry, Chaclacayo y el poeta de los niños en espera, El arquitecto y Puruchuco en espera, Elmo y el vídeo en espera, David no aparece para la fiesta del corazón rojo y humeante, Teófilo de vez en cuando una chela, que es como decir “de vez en cuando viene bien (m)dormir”. Fernando el narrador, ausente, el Fer jalador, ausente y yo ahí, clavado como cada viernes en la mesa del bar, casi rutina de borracho. Si escribo esto es por desidia, pero nada ampara más al ocioso en su poca escritura que su propia validez de no querer ser nada, ¿se puede desear ser eso? Claro que sí. Libre albedrío. Se requiere mucho más esfuerzo para no escribir que para escribir. Para qué sendos libros, para qué novelas, para qué poesía, para qué luchar por un lugar que no existe. O que existe, pero que es insignificante. ¿Talento? A otro con ese hueso. El hombre solo sólo escribe según su naturaleza y su interés y de esto y de aquello los poetas saben mucho. Saben cómo voltear la mirada hacia atrás y hacerse el tercio. O el pendejo que una vez dijo una cosa y luego se desdice. Hoy en día es más fácil no quedar mal con nadie, respirar hondo, hincharse el pecho y hablar de uno mismo con pasión frugal. O esa doble moral de hoy por ti, mañana por mí. Ese lado del poder no lo entiendo. Oh, poder, divina gloria, franela que hay que mantener caliente y dispuesta. Ya casi no escribo, tampoco me esfuerzo. Con esto no tranzo. Las cosas que vienen, se van. Y si cada día es más difícil vivir, ahí quiero estar, dual. De día para vivir y de noche para sobrevivir.

César Avalos, Voz del e-mail.

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