Friday, October 20, 2006

ESQUELETISMO

El esqueleto es otro señor que nada tiene que ver conmigo, el esqueleto vive su vida, va por dentro y no sale ni en las radiografías. Al esqueleto le gusta comer, hacer gimnasia, sentarse y levantarse, cruzar mucho sus huesos, para que se vea lo ágil que es. A mí, por el contrario, me gusta hacer el amor, pensar, pasear despacio, ponerme ropas de moda, cosas en las que el esqueleto no participa y que no le divierten nada. Habla el poeta del hueso al que el amor no llega. Al hueso no llega el amor, ni la risa, ni el placer ni la lectura. El esqueleto es un tío austero, un vegetariano que no está nunca de acuerdo con mis dispendios y mis fornicaciones.
Al final, el esqueleto se sale con la suya y tiene razón por un rato, pero en seguida advierte que su esqueletismo no sirve para nada y que se va a pasar la vida, toda la eternidad, dando vueltas, inquieto, entre sábanas de tierra, y perdiendo huesos, muchos más huesos de los que tuvo en vida, como cuando perdemos los botones del pijama, en el lecho.

Francisco Umbral, Mis paraísos artificiales.

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